jueves, junio 25

Acetato de música vacía

Donde el tiempo transcurre
pierdo el recuerdo pleno
de los casuales amigos.

Hay días donde el ritmo se detiene,
el sonido pierde volumen.
Las palabras cambian su dirección.

¿A dónde me he mudado?
¿Es acaso la misma nebulosa
que contemplamos ayer?

¿Dónde ha quedado la simpatía
a sus obstáculos sonoros?
Hay momentos donde el alma corre
por los caminos mudos del pasado.

¡Oh, colegas saturnianos!
¡He dejado una palabra
muerta, un gemido grabado
en la pista de mi caída!

Río aléjate de mi ventana.

Hoy, te vi correr por el río, tal vez temeroso, tal vez aliviado de la ventana aún abierta.
La cerré despacio y volví a la tierra -sepultado y cansado- por tu imagen reflejada pero nunca recogiste tus minas. Ahora el vidrio está roto, como un imbécil amante lo hice trizas.
Mutilado, aventé todo el tiempo y el placer al río, perdiendo partes aún sanas. Mi cabeza se desprendió podrida ya; tal vez por las cortadas, tal vez por las quemaduras, tal vez por la corriente que se filtraba poco a poco por los muros, en tanto mi amor se agotaba.
Y separado de mi forma, en fúnebre respiro te dejé lo último que quedaba: una bendición: una despedida.

martes, junio 16

Invitación

Ante el descuido del blog, debo admitir que las colaboraciones en Zombie Brothers me han mantenido ocupado y alejado de creaciones para este espacio. Pero con gran satisfacción se invita a la lectura del recién nacido, donde encontrarán agradables sorpresas literarias.

miércoles, junio 3

Mañana olvidaré todo.

La mujer que amaba dejó mi cariño atrás. Su labial en mi mejilla, las cartas en mi buró, sus fotografías en mi cama es el único recuerdo que mantiene la realidad de su antigua presencia.
Mi almohada aún mantiene su olor, fragancia de algún perfume que aún no determino descifrar. El cabello en mi cara, el cuerpo presionando mi pecho, la manera en que movía la cabeza y me besaba; la noche sofoca con ilusiones fantasmagóricas. La mujer que amaba escapó a una ciudad que devoraba mis intentos de encontrarla.
Mi casa permaneció vacía por años, aquellos cuartos donde jugábamos a encontrarnos y a amarnos. El jardín ha perdido la belleza de aquellos días, hoy es descuidado y ha empezado a morir.
Escapó con otro hombre, armándome una idea, palabras que aún encuentro indescifrables. Estúpido tal vez sea su acción, abandonarme con dulces emisiones de compasión y presagio venturosos, mas fue lo último que me dejó.
La forma en que mordía mis labios, su dulce saliva alrededor de mi nariz, como sus expresiones de cariño le provocaban vergüenza. La hubiera amado hasta el final. Ahora es una empresa difícil, sentir amor por alguien que no cree en el cariño de un hombre.
Y me pregunto, esa mujer, sabrá algún día el dolor vertido por su ausencia, lágrimas disfrazadas en tragos de alcohol; tortura anémica compuesta por insomnio y cansancio. ¿Sabrá que dejé de escribir por ella?...
¿Me repetiré hasta el final que la amaba o aprenderé a aceptar la cruel verdad de que mi corazón, lento y descompuesto, aún se acuerda de ella? ¿Sabrá el calor que aguarda en mi pecho cuando compongo mi apariencia cada mañana en esperanza de que, si llegara a verme, regresará a mis brazos?
Hoy escuché que se casó.

En la mañana quemaré todo.
En la mañana que haré todo.
En la mañana que quema todo.
En la mañana olvidaré todo.

lunes, junio 1

Última Línea

Hoy, los nazis avanzan. Más heridos vinieron y traté de limpiar sus lesiones. Sin embargo todo el esfuerzo es inútil.
En el final, nada se puede hacer y uno no puede ser héroe aunque la existencia te lo demande y te enfermes en demostrarlo.
Es mi destino no sobrevivir. Nunca regresaré a Loiusiana.

Me mantiene despierto, cada hora, la sangre ajena en mis manos. En ella se encuentra que no hay escapatoria.
En mi escasa percepción e inmadurez, no soy útil sobre aquellos que se abalanzan libres, aquellos que vuelven del campo de batalla. Aquellos cuyo valor me tortura y nunca creo.
Observándolos -embriagados en recuerdos de aquellos que dejan atrás- sé que soy inservible. Nunca me recordarán… nunca tuve valor.
Hoy cumplo un mes aquí, todos son mayores que yo, y sigo escupiendo la farsa de que ganaremos. Nunca podré volver a los claros ríos de Loiusiana. En esta trinchera esperando, los alemanes llegan. Sólo disparos puede escucharse.

Soy un hombre insignificante en el reino de Marte.